lunes, 29 de noviembre de 2010




Con la bastedad de quien no sabe,
ante su presencia en una fosa abisal
despertaba la flor de loto .
Fauna cetácea colorea
de ámbar la arena.
Plantón marino abría sus algas
con la osadía de un viejo marinero,
aguas muertas, batientes de aceite
de mar gruesa dejaba montuosa
la mejilla sonrojada de loto.
Nada era pelágico ni distante dentro del
infinito ultramarino que se había convertido
su pétalo, abierto por fin al descaro
erizado de quien engrosa liquido pelágico.
Por fin, encrespada amaino sobre la roca
desafiante que la hacía mugir como salitre
en un acantilado de madrépola,
ya llegaba el momento
y loto bajo escollo, rompió peñascos y atolones
cubriendo de coral el islete que naufrago
entre sus brazos,
habiendo sentido el amor
en el atolón que permite el abordaje,
se convirtió en arboleda

Carmen Puerta