domingo, 4 de abril de 2010


Tras de mí , las huellas dolomías,
el volar del viento sobre
calcerenitas del oeceno.
Respiro y bebo sol mientras
aspiran inmóviles los servales.
Transcribo momentos
y tu pelo me roza haciéndonos
parte de la quebradiza tierra
hundiendo mi quietud
cuando el momento se mueve.
Va cayendo gotas queriendo
borrar el día obligando al cielo
a que todo se haga silencio.
La orla espinosa se transforma
en comunidades séricas,
las hamadriadas, incluso nosotros
somos ya dólmenes del mismo balcón.
Quiero encarcelarlos en mi retina
regresando con la sensación de que fui capaz
por un momento de detener el tiempo.

Carmen Puerta