Posaría cinco lunas en la espalda de
tu nombre,
con el número de la espiritualidad,
el color de los hambrientos sin caricias
y las ausentes formas de te quieros.
Dejaría delante del tiempo besos de uva,
fresas de besos,
nata dulce de recuerdos
de los que no caducan,
de los que pueden guardarse
cientos de soles y miles de años.
No cambiaría nada de lo no vivido,
abrazaría las regaladas veces
que tus manos han cruzado
la frontera de mi
alma…
Carmen Puerta