jueves, 23 de septiembre de 2010


A veces las palabras son mordiscos voraces
que desgarran lo más íntimo, donde no llega
la intrépida conciencia.
Distingo en lo sombrío la luz pasada de sus pasos
la sonrisa en forma de escudo contra la tormenta.
-descubro-
Aquello que deja olor a miel de oliva
estrujando una madruga.
Soy una condena a muerte
cuando se agrieta el alma.
Me convierto en cristal de murano
formados por minúsculos momentos vividos
dentro de un recuerdo que debo callar
llamado amor.


Carmen Puerta