sábado, 1 de mayo de 2010


Me ensamble entre tus manos
como el alpinista que escalan
una cumbre deseada.
Caproné entre tus dedos,
ascendí sin encontrar escalones de hielo.
Vistiéndome de andinista,
descanse en la noche de abril
que tenían dos olivos.
Encontré un fósil de pasión
capaz de despertar un glaciar
detrás de la penumbra .
Ausente de tiempo
me situé en el corazón
con el canto de unas golondrinas,
-el más alto-
y escondía cientos de besos
llenos de agua.
Bebí hasta saciarme de risas
Y palabras, -bellas palabras-
silenciadas por su forma pragmática.
He descendido
-hechizada-
encontrando entre mis dedos,
la huella dibujada de un corazón.
Carmen Puerta